DANIEL RODRÍGUEZ: “Quiero que el espectador sienta que ha pasado un buen rato y que se vaya, también, un poco angustiado.”

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“El vientre”, del director Daniel Rodríguez es -ante todo- un aplicado ejercicio de género. En tiempos que el cine peruano está en plena efervescencia, de multiplicidad de miradas y estilos, es loable que se realice un proyecto que aborde con respeto y profesionalismo el género del suspenso. Sobre eso y el proceso de realización de esta su segunda película pude charlar con él. Tras su ópera prima “El acuarelista”, al parecer ha reorientado su carrera, el tiempo (y la taquilla) dirá si el cambio fue para bien.

 

A primera vista podría pensarse que “El vientre” se suma a este boom del cine peruano de reciente producción, pero no es así porque esta película ya viene gestándose desde hace algún tiempo.
DR: Bueno, el guión original data del año 2000, cuando era estudiante de maestría en la universidad de Nueva York. El guión estuvo como encarpetado como doce años y en el año 2010 mi hermano Gonzalo y yo quisimos hacer una reescritura del guión que fue la que presentamos al fondo Ibermedia, en donde ganamos el premio a la coproducción. Fue con ese dinero que pudimos rodar la película en el 2012.

¿En ese entonces se tenían los fondos suficientes para filmar la película?
DR: Contábamos con algunos auspicios, el guión era muy distinto que incluso llevaba por título “Silvia”. La historia ocurría en un orfanato, con una Vanessa Saba (Silvia) que era la benefactora de este orfanato. El personaje que encarna Manuel Gold, Jaime en la película, era un profesor de piano. Como habrás visto, el guión cambió muchísimo, lo que hicimos fue quedarnos con la esencia de la historia y sacar todo lo demás, además era muy costoso filmar esa versión. Además está el punto que teníamos que esperar a que Vanessa Saba madurara como persona y como actriz para encajar perfectamente en el perfil de Silvia. Creo que esta espera y el cambio del guión beneficiaron a la película. De alguna manera el desvestir la historia, centrarnos en Mercedes y ceñirnos a una de las convenciones del thriller que reza que toda historia debe contarse según el punto de vista de la protagonista, es decir de la víctima, Mercedes, fue lo mejor que nos pudo pasar. Además esto le da un mayor misterio a la villana.

“El vientre” hubiera sido tu opera prima entonces
DR: Claro, en el 2008 filmé “El acuarelista”, este guión es mucho más antiguo y recién le llegó su momento, como se dice.

Sin embargo, encuentro alguna filiación entre ambas películas, las dos películas con una construcción muy delicada de las atmosferas, claustrofóbicas en cierta manera
DR: Sí, y también con mis cortos anteriores. Me han dicho que en mis películas hay muchos corredores, escaleras, ventanas, lugares cerrados que son claustrofóbicos. Hay un tema de atmosferas que, a diferencia de “El acuarelista” y de los cortos, aquí hay una historia mucho más rica en la que la historia prevalece sobre la atmósfera.

También hay una serie de personajes, claramente definidos, conceptualizados. Esto se vio en el rol de Miguel Iza de tu primera película y  en este dúo de actrices que protagonizan “El vientre”
DR: Correcto, fue un caso muy interesante para el personaje de Mercedes, que encarna Mayella Lloclla.  Me inspiré en un poema de Pablo Neruda, creo que es el poema 17 de los “20 poemas de amor y una canción desesperada”, es un poema que comienza con la frase: “Niña, morena y ágil”. Es un poema a la sensualidad, a la juventud, al amor, a la vida, a la luz, a la naturaleza, en fin. Para mí, Mercedes encarna todos los valores que están en ese poema. Para el personaje de Vanessa siempre lo imaginé como un ser hermoso, con un lado misterioso, oculto, como la luna. La luna y la tierra serían ambas actrices, algo estéril en contraposición a lo fértil de la naturaleza. Y por otro lado está el personaje de Manuel Gold que, de alguna forma, para mí era importante contar con un personaje que rompiera con el dramatismo tan duro que tiene la historia y le diera cierto humor y crear lo que llaman un love interest para el personaje de Mayella, y un bebé además entre dos…

¿Hubo tiempo suficiente para los ensayos?
DR: Esta película se planificó muchísimo, teníamos solo 24 días de rodaje. Tuvimos cinco semanas de ensayos, prácticamente cuatro semanas fue trabajo de mesa con los actores, leímos el guión muchas veces. Analizamos escena por escena, objetivos de cada personaje para cada escena en particular. Hicimos visitas, por ejemplo con Vanessa y Mayella fuimos a la Maternidad, fuimos testigos de algunos partos. Hablamos también con psicólogos especializados en temas de psicosis, pero al final decidimos con Vanessa que ella defendiera el objetivo de su personaje. Es decir, no darle el tratamiento de alguien demente, sino que ella defendiera, con uñas y dientes, su objetivo que era tener un bebé.

Otro aspecto resaltante de la película, es la locación que ya es un personaje en sí y como se le presenta al espectador es con tiro de cámara de los clásicos de la historia de cine.
DR: Uno siempre tiene en la cabeza, la casa de “Psicosis” de Hitchcock, es como una casa icónica. Fue complicado encontrar esa casa, pues en zonas alejadas de Lima no tienen dos pisos, generalmente tienen uno solo. En un inicio íbamos a filmar la película en San Pedro de Llloc por eso que el pueblo se llama solamente San Pedro y un problema que teníamos era que no teníamos casa de dos pisos. Necesariamente queríamos una que tuviera dos pisos y un patio, por la dinámica de “prisión” que deseábamos para nuestra locación. Encontramos, luego de mucho buscar, este espacio que son cuatro casonas cercadas por un muro, en promedio un área de cuatro hectáreas. Una de estas casas sirvió como locación para la casa de Silvia, la otra los sets adicionales como la comisaría y el camal, en otra vivimos todo el equipo y la cuarta fue la oficina de producción. Estuvimos prácticamente dentro de un estudio de Hollywood. La casa donde se filmó estaba prácticamente derruida, todo lo que está ahí es parte de la producción.

Podría hablarse entonces de un descubrimiento el haber encontrado esta locación, casi como fue el caso de la locación de “El acuarelista”
DR: Tengo mucha suerte, y la locación de mi corto “El colchón” también, que es una casa en Jirón Lampa que es maravillosa. Siempre he tenido mucha suerte con las locaciones, tengo mucha mala suerte en muchas cosas en mi vida pero con locaciones tengo buena estrella. Y además esto sirvió para que todo el equipo de 23 personas pudiera convivir durante esas cuatro semanas. Esencialmente fue un rodaje muy ordenado e industrial.

“El vientre” se inscribe perfectamente en el género cinematográfico del thriller y como tal sigue las reglas del mismo
DR: Cierto. Mira, yo tomé un curso con Robert McKee, que es el gurú del guión. El dictó dos cursos en Chile, uno que se llama “Guión” y otro que se llama “Géneros”. En este último le dedicaba un día completo a cada género.
Mi película estructuralmente es un thriller, que eventualmente le hace algunos guiños al terror, pero es una película de suspenso psicológico, y fue en esa conferencia que descubrí que el thriller psicológico tenía 17 convenciones que uno más o menos encuentra en este género y los géneros hay que respetarlos.
Por ejemplo, una convención que comparte con el terror, es que lo que está en juego es la supervivencia de la protagonista, no está en juego dinero, una apuesta o un dilema moral, sino la vida únicamente. Otra convención es que el protagonista tiene que presentarse al inicio de la historia, lo que se conoce como el underdog, una persona que no tiene muchas posibilidades, de aparentemente pocos recursos en una situación de pobreza, soledad, debilidad, etc. y a medida que avanza la historia vamos descubriendo que este personaje, que en mi película está interpretado por Mayella, puede tener ingenio, fuerza de carácter y que se va a revelar en un último minuto como capaz de darle la vuelta a la historia.

Sin embargo, pareciera que esto no se cumple pues Mercedes es presentada en su centro de trabajo en el camal, con un cuchillo en la mano ejerciendo su labor diaria, cortando carnes y separando vísceras, casi algo premonitorio de lo que luego veremos.
DR: Sí, pero la expresión que ella tiene es de insatisfacción, de molestia con ese trabajo; luego la razón por la que pusimos el camal es que de alguna forma esto regresa al final de la historia. Lo que ella está haciendo al principio vuelve luego de otra forma pero regresa. Había una escena, luego de la secuencia inicial, en la que ella y su amiga, interpretada por Jely Reátegui, estaban en la pensión, que no se incluyó en la película por un tema de ritmo. Ahí conversan y hablan sobre la oferta de Silvia sobre ir a trabajar a su casa y el hecho que ella no está contenta de estar trabajando en este camal. La cortamos porque no aportaba mucho, era una escena explicativa y muy linda porque Jely y Mayella, a la hora que las junté parecían dos hermanas. Posiblemente incluya esta película en el DVD.

Esta diferencia física entre los dos personajes protagónicos estaba presente desde un inicio, Silvia, alta, fría, fuerte y Mercedes, pequeña, inocente y en apariencia desvalida.
DR: Totalmente, yo tenía clarísimo cual era el perfil de cada personaje. Cuando escribí el guión me inspiré en Catherine Deneuve para el personaje de Silvia, en la época cuando escribí la primera versión del guión yo estaba completamente obsesionado con Buñuel y su película “Tristana”. También había visto “Repulsión” de Roman Polanski.

Y vuelve Polanski a ser otra vez influencia en tu cine, recordemos que “El inquilino” era un referente directo en “El acuarelista”… pero aquí veo más claramente la influencia de “La mano que mece la cuna” y otros pequeños clásicos noventeros.
DR: Así es, “La mano que mece la cuna” y thrillers más modernos como “Miseria” y algo de “Atracción fatal”; pero básicamente las dos referencias absolutas son las dos primeras.

En “El vientre” encontramos una serie de actores secundario de interés como Cristian Esquivel o Pold Gastello, especialmente Esquivel a quien no había visto en un registro cómico mínimo.
DR: Fue muy difícil hallar ese registro en Esquivel. Yo lo estaba buscando para una escena cuando aparece por primera vez y está con las dos actrices principales en la casa. Había visto películas de Chabrol en donde hay una persona de una institución pública y son situaciones que tienen una pequeña clave de humor sarcástico, de ironía que me parecía muy interesarte de aportar a la película. Es una escena que me gusta mucho, pues Mayella no solo debe enfrentarse a esta señora sino también a la autoridad que se doblega ante el poder de una clase social. Ahí estaban los dos poderes juntos, el poder social encarnado por Vanessa y el poder institucional represor que encarna Esquivel.

Por otro lado, encuentro que la música de la película ha merecido una atención, un cuidado muy especial
DR: En este caso fue una cosa un poco rara, se les dio a varios músicos tres minutos de película y se les pidió que entregaran una prueba y fue horrible decidir, pues en los cinco casos ofrecían una música extraordinaria. La razón por la que escogí a Omar Garaycochea fue porque me trajo una música que apoyaba, que estaba integrada al género y no competía con la película. Al final hubo más música de la que pensamos que iba a haber. Es una música que no molesta, en “El acuarelista” sí sentí que había mucha más música que la que se necesitaba.

Hasta llegar a la escena cumbre de la película se podría decir que uno no quita la mirada de lo que está sucediendo en la película y esto ya de por sí es un logro. 
DR: Mira, me reuní con un grupo de amigos cineastas para que vieran las películas en versiones más largas y luego hicimos unas pruebas, focus group con público en Arellano Marketing, y cada vez que sentíamos que alguien miraba su reloj, se distraía o se cansaba un poco en la silla, cortábamos un poco la escena. Hay una hora completa de material que se quitó de la versión. Hay escenas maravillosas, digamos como secuencias en sí mismas que espero algunas vayan al DVD. Tenemos una pesadilla de Mayella donde Vanessa es la que está en cinta y luego hay escenas violentas, persecuciones en los campos de maíz. Escenas que merecieron estar en el corte final pero para nosotros el cuidado especial era que el público no se aburriera, y por ende que no sobrara ninguna escena.

Esta atención que le dedican al marketing estuvo presente en “El acuarelista”
DR: Lo que sucede es que la otra película era mucho más pequeña, salimos con 8 o 10 copias, todas en celuloide, se estrenó solamente en Lima y en Trujillo. Era una película que estaba más dirigida a festivales, más personal, de arte y ensayo; que además no tuvo mucho éxito en la taquilla, tuvimos casi 13 mil espectadores, con lo cual y dado la clase de película que era, estuve satisfecho. Fue un trabajo mucho más autoral, en el que realmente no pensé en el público, en cambio ahora el público es fundamental.

Está claro que el público es el objetivo mayor, pero no se descuida el empaque del producto audiovisual, requisito básico para que pueda competir en cualquier mercado.
DR: Sin duda, hemos tratado de hacer una película de calidad y con buena factura. “El vientre” es una película que puede competir con cualquier película americana o europea, la idea es que sea un producto exportable, no solo como video sino también que pueda exhibirse en otros mercados… Ha sido un esfuerzo bastante cuidadoso en todo sentido pero también te puedo decir que la película ha tenido como un karma positivo desde el guión, la producción, el propio rodaje, todo se ha realizado en un clima muy positivo. Además está que los valores de la película son universales, el tema es esencialmente el  lado oscuro del deseo materno.

¿Cómo crees que ha cambiado el espectador local a raíz del fenómeno de “Asu Mare”?
DR: A partir de “Asu Mare” todo cambió. Ese sesgo, un poco negativo, que tenía el espectador sobre las películas nacionales dejó de ser, sencillamente se extinguió y más bien ahora las películas peruanas son como una buena noticia cada vez que salen. Desde entonces, por ejemplo, a finales de año tuvimos un par de películas interesantes en cartelera: “El evangelio de la carne” y “Rocanrol 68” y antes “Cementerio General”.

Sin embargo encuentro que “El vientre” tiene una estructura mucho más clásica, respeta mucho más las normas, las convenciones de un género. En cambio “Cementerio General” está  explícitamente dirigido a un público adolescente que gusta de un cine de susto, con todos los golpes de efecto al que ya está acostumbrado, con todos esos vicios que tanto gustan al espectador actual, incluso  dejando la posibilidad abierta de secuela, detalle que no se puede dar en “El vientre”.
DR: En “El vientre” tuvimos la tentación de hacerlo tanto así que grabamos dos finales, el otro se podrá ver en el DVD, pero decidimos evitar lo que los norteamericanos llaman cheap tricks, trucos baratos que engañen el espectador, como ruidos que suena de improviso y es la hijita que viene, o el gato salta repentinamente. Nosotros evitamos esos trucos que bien o mal ya son parte del género pero hemos preferido una sensación más visceral, en el estómago. Se ha visto casos en las pruebas que hemos hecho en que las personas salían del cine y se sentaban como para tomar un poco de aliento y luego se iban a su casa… Pienso que la película angustia de cierta manera, pues, además de las percusiones, cuchillos, sangre y todas las cosas, también hay tortura psicológica, lo cual no fue fácil de mantener en este juego del gato y el ratón. Mercedes no tenía a dónde escapar y eso hizo mucho más interesante el reto.

Y ahora por dónde consideras va a seguir tu carrera, ¿vas a seguir experimentando con los géneros?
DR: Ahora voy a hacer dos cosas, dirigir una y producir otra. Estoy preparando una película basado en un libro de David Fishman que se llama “El secreto de las siete semillas”, que es un proyecto para lo cual he sido convocado como director, posiblemente se filme a fines de este año o el primer trimestre del próximo. Por otro lado estoy produciendo una película de terror, de título tentativo por ahora “Video Board” que la va a dirigir mi hijo Daniel Martín, que es el editor de “El vientre”. Esta película totalmente es hecha en familia: el editor es mi hijo, el coguionista es mi hermano, la productora ejecutiva es mi hermana Mariana y el director, yo.

¿Cuándo finalmente termina tu trabajo con “El Vientre”, el día del estreno, el primer fin de semana?
DR: Para nosotros la campaña termina el 28 de febrero, a las dos semanas de exhibición. El día de estreno es importante pero no es el fin de la campaña, sino es el inicio de la nueva y ultima parte de la campaña. Vamos a hacer todo el esfuerzo posible, no sé cuál será el resultado final. Mi filosofía en todo lo que yo hago es siempre hacer el máximo esfuerzo posible al margen del resultado. He disfrutado muchísimo el proceso de realizarla, el resultado espero que sea positivo. Ha habido productos locales que no han cumplido con las normas técnicas, y otras con un sesgo más local, que las limita a la hora de buscar nuevos mercados.

¿Satisfecho con el corte final?
DR: Estoy tranquilo y no siento los retortijones, que si he sentido con otros trabajos anteriores. En todo caso, siento que la película es muy creíble, que todo está en una perfecta armonía y que las actuaciones son lo mejor que tiene la película. Desde que hicimos la primera lectura de guión, todos los actores se comprometieron internamente para que esta película funcionara.

Finalmente, ¿qué es lo que el espectador limeño va a encontrar en “El vientre”?
DR: Lo principal es entretenimiento, va a pasar una hora y media de entretenimiento puro, un poco de susto, de tensión y espero que se vayan satisfechos a sus casas. Que sientan que han pasado un buen rato y la verdad, que se vayan un poco angustiados, también. Y con algo en qué pensar también, porque el personaje de Vanessa, dentro de todo será la villana, hará cosas terribles, pero su objetivo es tan humano como el que muchas mujeres anhelan en algún momento de sus vidas.