Alex de la Iglesia: “Trabajar con actores, es un poco complicado, es como estar con tu Familia”

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El cineasta vasco Alex de la Iglesia, con su último film, la tragicomedia «La Chispa de la Vida», fue la encargada de clausurar la primera edición del Festival Internacional de Cine de Panamá, el pasado 2 de mayo. Asimismo se le dedicó una breve retrospectiva de su obra.

¿Cuál fue el punto de partida de “La Chispa de la vida”? ¿Cuál fue el tema que más te preocupaba?
Me llegó un guión de Andrés Vicente Gómez, un productor a quien respeto y temo desde hace mucho, y bueno pues lo leo. Normalmente los guiones que me ofrecen nunca corresponden exactamente a tus intereses de la manera que quieres, entonces es más sencillo escribir uno tuyo; esto no es un problema de estilo ni de autoría, ni nada de esas cosas estúpidas, es simplemente escribir uno propio a retomar este para que me guste. Es como si te dan una ensalada y está mal aliñada, entonces quitas todo y vamos a empezar de nuevo, es más sencillo. Lo que pasa es que este lo leí y me resultaba muy atractivo, tampoco sé explicarlo muy bien, es leerlo y decir “quiero hacerlo”. El por qué luego lo descubres, precisamente hablando con vosotros, los periodistas, de pronto descubres por qué quieres hacerlo, entonces te tienes que explicar a ti mismo por qué has tomado esta decisión. Entonces es como si los diálogos surgieran, y te sientes como el personaje, algo sabía pero esa era la razón, me siento atrapado en una situación en la que no me puedo mover, rodeado por gente que me observa, tengo que tomar decisiones sobre mí y mi familia y no puedo porque todos me están hablando a la vez; y sin embargo me siento libre, me siento bien y en el momento en que me quiero mover, alguien me dice “no te muevas que mueres”. Y descubro que así me siento yo y creo que así se sienten muchos amigos míos, muchas personas que me rodean, atrapados en una situación imposible, en la que cualquier decisión es crucial, una especie de cuenta atrás, deadline y al mismo tiempo como que no pasa nada, que todo va bien, todo el mundo se ríe. Una de las cosas más crueles de la película, que más me gusta de “La chispa de la vida” es ver a la gente que le preguntan, ¿Qué tal? ¿Qué haces? , eso ocurre varias veces en el guión, y solo responden: “Pues aquí, atravesado por un hierro”, eso es muy gracioso y angustiante a la vez. Es por eso, por sentirme muy cercano al personaje, que decidí hacer la historia.

¿Cómo fue el proceso de escoger el elenco, a Salma Hayek?
En principio, he hecho esta película muy cercana, sobre todo a la hora de tomar las grandes decisiones, a Andrés, el productor. Los dos la veíamos muy parecido, cuando veíamos que de pronto coincidíamos en las ideas, eso nos daba ánimos para seguir adelante. Andrés me dijo, “veo un cómico haciendo la película”, dije “yo también, me parece una idea increíble. José Mota, perfecto, vamos a hacerla”. A los cinco minutos, cogimos el teléfono y le hicimos la propuesta. Lo de Salma Hayek, también fue otra idea, lo divertido de hacer cine, es colocarte en una situación de decir, “esto no deberíamos hacerlo ¿no?”, en el momento en que sientes el vértigo de “no deberíamos hacerlo”, es como salir por la noche y estar haciendo una película y justo están entrando los peores de la ciudad, y dices “vamos”. Hacer una película es lo mismo, sería maravilloso que la mujer fuera una inmigrante, alguien ajeno a la historia, alguien que no va a entenderla, entonces ahí surgió la idea: “por qué no llamamos a Salma”. Luego, Salma tiene un punto maravilloso, tiene una mezcla de muchísimo carácter y es muy tierna, es alguien que impresiona mucho, Salma te grita y te sientas, y dices “perdón, discúlpeme”. Y a la vez es increíblemente tierna, tiene un punto maternal. Me sentí muy confortado, muy a gusto con ella. Esta mezcla terrible es la que fuerza al personaje, por un lado es muy dura cuando tiene que serlo y tierna cuando debe serlo, se siente muy ligada a su marido y a la vez es capaz de hacer cualquier cosa para defenderle; y eso es algo terriblemente latino, terriblemente hispano. Ese amor por la familia y ese punto de loba de “no me toquéis a mis criaturas”. Ella estaba perfecta para ese personaje.

¿Cómo decidiste el tono, cuándo drama social, cuándo comedia negra, ya que tu última película maneja muchas atmosferas, muchos tonos?
A ver tono, es un problema que genera de la industria americana del cine, ellos deciden, con razón probablemente, que el público quiere ver una cosa determinada y si no se la das se molesta, se disgusta y abandona, si tu vas a ver una comedia quieres ver una comedia, si tu vas a ver una del oeste, quieres ver una del oeste, porque tú pagas antes de verla, no quieres que te engañen, antes quieres saber lo que estás comprando cuando vas al cine. Eso es algo inconsciente, algo que está en la industria, si haces una de humor, manténganse en el humor, no salgas del humor porque nos va a generar un problema, eso es lo que espera el público y si estás viendo esta película y no hay nada gracioso, usted está engañando al público. Eso es algo que usted tiene de alguna manera en la cabeza, si usted está haciendo una de ciencia ficción no me venga con movidas raras, usted cuente una película con marcianos, con naves espaciales; si está contando una de acción que sea de acción, no me mezcle cosas, porque me confunde a la gente y la gente no quiere eso no quiere confundirse, porque ya ha pagado. Yo creo que esa es una de las razones psicoanalíticas que tiene uno en la cabeza y eso es algo que odio, como cineasta lo odio, no hay nada más contrario a la vida. Cuando estás en un funeral tienes ganas de reírte, cuando estás en un funeral tienes ganas de llorar, “It’s my party, and I’ll cry if I want to” dice una canción o sea generar ese mismo sentimiento en una película para mi es lo más divertido que existe. Reírte cuando todos se ríen me parece una gilipollez, perdonad, si estamos en una fiesta te ríes cuando todos se ríen, lo que tiene gracia es reírse cuando tienes un problemas. Lo divertido es pasártela bien en Vietnam. Eso es lo que tiene gracia, yo haría una comedia en Vietnam o haría un drama en una High School americana. Yo hago mis películas como lo siento, hay momento para todo, cuando necesito escapar y reírme, cuando necesito llorar, quiero que el público me siga y por las proyecciones que he visto la gente me sigue, ríe cuando tiene que reír y llorar cuando tiene que llorar; y yo lo entiendo porque lo divertido es precisamente notar esa complicidad con el espectador, eso es la magia del cine, seguir los sentimientos del espectador, manejarlos con cada situación.

¿Consideras que una constante en tu cine está en la subversión de los géneros para lograr a partir de ellos un estilo personal, y cómo piensas que éste ha variado desde, por ejemplo, “Acción mutante”?
No creo que haya habido una madurez, uno es lo que vivió a los dieciocho años, yo creo que hay un aprendizaje hasta los dieciocho o veinte años y a partir de entonces hay una acumulación de datos. Lo que sí hay, es malas y buenas experiencias, te conviertes entonces en “un perro apaleado”, no generas un personaje nuevo sino alguien al que le han comido a hostias, le han dado tantos golpes en la cabeza que ya sabes cómo esquivarlos. Es esperar y encajar, te “maleas” te conviertes en un perro apaleado y malo, pero no sabes más que cuando tenías dieciocho, entonces esa subversión de los género, no tengo ninguna intención de subvertir nada, está la intención de disfrutar con ellos, de hacerlos míos como lo haríamos todos. Yo odio que los géneros de algún modo reviertan a un determinado ambiente o determinada iconografía, por qué la ciencia ficción tiene que ser de una nave espacial que sale de Manhattan, que todos se llamen Johnson, me gusta que se llamen Sánchez, que pregunten de dónde sale la energía auxiliar y no tengan la más mínima idea. Eso es lo que me divierte directamente, convertir en latino algo anglosajón.

Siguiendo tu lógica de ver el cine ¿“La chispa de la vida” vendría a ser una visión realista o amable de la sociedad actual?
Creo firmemente que la realidad supera enormemente a la ficción, sería entonces una visión amable de lo que realmente ocurre. Vivimos un momento en que los bancos han generado una crisis mundial y para solucionarla utilizamos a los mismos bancos, ponemos a los banqueros en puestos presidenciales para que solucionen problemas que han generado ellos mismos. Mientras que los demás vemos cómo nuestro mundo se derrumba y nos rescata una asociación extraña que se llame… “Wonderful & Brothers” y decide que tu país vale tanto, eso sí es cruel. Mis películas son una broma en comparación a lo que ocurre realmente, en ese sentido, pido el derecho a disfrutar y reírme de ello, de alguna manera el humor disuelve un poco el horror.

¿Cómo es tu método para dirigir actores, aceptas sugerencias del actor o ya tienes un invariable perfil determinado de cada personaje?
Es un poco complicado, es como estar con tu familia, o sea a cada uno le tratas de una manera distinta. Primero eso no se tiene que notar, no se tiene que notar que tratas a tu madre distinta que a tu padre, entonces se mosquean; no tiene que parecer que estás utilizándolos sino que estás trabajando con ellos. De hecho es muy bueno que piensen que las cosas son ideas suyas y por otro lado tienes que ser honesto en algún momento determinado y reconocer que pueden tener una buena idea, cosa que alguna vez ocurre, y luego saber cómo pedir las cosas. Se parece mucho a hablar con una mujer. Hablo de mi caso, soy heterosexual, cuando hablo con una mujer, existe una relación de interés y de deseo, lo que nos pasa a todos. Entonces, primero tienes que conseguir asumirla, conseguir lo que quieres pero sin que se note, de alguna manera hacerte partícipe y conseguir que ella también te desee a ti, eso es muy complicado. Tiene que ser a través de la cabeza porque no hay otra cosa, no tienes otra cosa con qué jugar, en fin, todo eso genera una perspectiva sibilina pero también muy honesta y sincera, conseguir que tus intenciones malsanas parezcan honestas y para eso tienes que desearla con honestidad.

¿Siempre supiste que querías Salma para este personaje? ¿Cómo fue trabajar con ella?
Fue complicado, divertidísimo. Ella es bastante más dura que yo y sabe más de cine que yo. Es una mujer muy inteligente, tiene una empresa de desarrollo de guiones, trabaja en una productora, sabe mucho, me destrozó el guión dos o tres veces, cuando estábamos escribiendo. Y hay un momento en que tú tienes que decirle, tú tienes razón pero vamos a hacerlo como yo quiero, porque sino no creo superar esta etapa del guión. O sea, vamos a hacerlo por compasión hacía mí, estoy convencido que tus ideas son mejores que las mías, vamos a equivocarnos juntos y ten la deferencia de darme la razón aunque no la tenga. Ese tipo de cosas funciona muy bien con Salma.

¿Cómo ves la situación del cine ahora en España con tanto recorte, como lo ves en el futuro inmediato?
Bueno el cine no es diferente a otros sectores de la vida social, por ejemplo, gente que se dedica a la investigación o la ciencia, cosas más interesantes que el cine probablemente, pues tienen más recortes que nosotros. En el caso de la cultura, desde luego, los que más hemos sufrido, somos los del cine, quizá porque nos hemos portado mal otras veces, hemos sido niños malos y nos han castigado, hacen bien. Creo que lo primero que tenemos que hacer es no quejarnos y segundo, demostrar que somos útiles, cosa que no creo que conseguiremos, pero hay otra gente que seguro que sí.

¿Qué nos puedes adelantar de tu nueva película del 2012?
Pues si Dios quiere y todo va bien, y si el cielo no cae sobre nuestras cabezas como decían los galos de Asterix voy a intentar hacer una película sobre mujeres y brujas o brujas y mujeres, al final es lo mismo, de la relación de un grupo de personajes con su vida, con el desastre que supone caer en un mansión encantada llena de brujas. Es una comedia loca y espero muy divertida. También si Dios quiere, estaré acompañado por Carmen Maura, Carolina Bang, Terele Pávez y los protagonistas Hugo Silva, entre otros de España.

Te entusiasma volver a trabajar con Carmen Maura, ya han pasado varios años desde “La Comunidad” y”800 balas”
Carmen me vuelve loco, me encanta. Es una mujer de verdad, tengo unas ganas locas de volver a estar con ellas, porque el personaje lo he escrito para ella, la gran matriarca, la gran bruja que solamente Carmen puede hacerlo.

A la hora de tus rodajes ¿cómo se da la dinámica?
No sé cuánto tiempo llevo en esto de hacer cine, serán como veinte años. Y pasas por muchas fases, una etapa infantil, adolescente, de tener las cosas muy claras, por tener un “storyboard” preciso en el que marcas a la gente lo que quieres. Todo eso no es más que inseguridad, si tienes las cosas claras no lo necesitas. Por otro lado, el “story” que constriñe a una puesta en escena y de alguna manera te obliga a ello, el equipo lo sabe. Si te sales de ese esquema que tú mismo has generado tienes problemas. Estratégicamente, si estás en una batalla, decirle a los soldados por dónde van a ir es una estupidez. Tú vas a tomar una colina, no lo enseñas. Está muy bien que lo sepan para que de alguna manera ellos hagan un organigrama y puedan reaccionar a la subida de la colina. Está muy bien que tu equipo sepa parte de la información pero no toda ya que en un momento determinado hay que ir por otro lado. Al final, es una cuestión como organizar un ejército, tienes que tener cuidado de qué es lo que dices y cómo lo dices. Porque igual tú también cambias, hay situaciones en la que hay que estructurar de otra manera la historia porque has tenido una putísima buenísima idea y todo se va a la mierda, vamos a hacer esta cosa que está mejor, porque lo único que importa es que la película sea perfecta, entonces te da igual quién tenga la idea, quién te la diga. Tampoco no puedes ir a improvisar al rodaje, tú ya sabes cuando estás escribiendo, ya estás de algún modo rodando, cada fase es un plano, lo tengo en la cabeza y con eso vas al rodaje e intentas que la gente haga lo que tú quieres, pero en ese momento hay un proceso de transformación, adaptas las cosas que están a tu alrededor y por último en el montaje harás otra versión de lo que has rodado, hay que tener idea de qué es lo que quieres para luego no hacer caso a esa idea clara.

¿Qué papel tuvo el montaje en esta película? Ya que esta gran parte de la trama se da en un solo lugar…
Bueno muy grande, en este caso, como “perro apaleao” voy rodando opciones sin que se note. No puedes decir “estamos rodando otra opción”, tiene que parecer que estás llevando un desarrollo, que sigues el plan de rodaje. Si algo no te gusta, se lo dices, hazlo más dramático porque no me gusta como quedó, entonces haces un plano más dramático con la actriz y te das cuenta que efectivamente queda peor, entonces te quedas con el primero. Pero luego, cuando ruedas con otro actor resulta que su reacción dramática funciona mejor que la más serena, entonces tienes que montar la más dramática de ella. Al final, cuantas más piezas tienes para montar el rompecabezas, mejor. Imagínate que armas un rompecabezas pero las piezas no están definidas, entonces tienes tú de alguna manera que prever la forma de las piezas para que encajen, cuantas más piezas tengas de diferentes formas mejor encajará.

¿Entonces tus rodajes son más extensos para que tengas muchísimas más opciones en la etapa del montaje?
Como te decía, cuando ruedas tu primera película eres tan soberbio que solo hay un punto de vista, el tuyo y pones la cámara ahí. Cuando vas a montar, te encuentras con un montón de problemas que no contabas y resulta que tu maravilloso montaje “Eisestein”, se te va a la mierda y entonces tienes que reaccionar y en la siguiente película te cubres más, ruedas de diferentes ángulos pensando en las posibilidades del montaje. Y en la tercera película te das cuenta que has perdido mucho tiempo rodando todas las posibilidades entonces no es necesario tanto, ruedas lo que tú quieres y unas alternativas, todo empieza a funcionar mejor. En la cuarta descubres otras opciones. En la quinta vuelves al comienzo y dices ya sé cómo hacerlo, no es necesario rodar tanto y ruedas exactamente lo que necesitas, en eso estoy yo, es un proceso.

¿Extrañas mucho de ese director arrogante, del actual “perro apaleao” amañado al que eras antes?
No le extraño nada, todo lo contrario, me gusta su inconsciencia. Hay planos que rodaba aquella persona que no volvería a rodar porque me parecerían impropios. Recuerdo un momento de “Acción mutante” en el que Antonio Resines abría un maletín, decía “pubis” y en vez de dinero había unos tebeos que yo leía de pequeño, que ya nadie recuerda ni nadie conoce. Eso me hace gracia ahora. Cómo voy ahora a tener la inconsciencia y ser tan anormal de rodar una cosa así. Me hace gracia por eso, pero por otro lado, el mismo ser consciente de lo que estás haciendo de alguna manera te coarta. La censura personal es infinitamente más salvaje que la de cualquier otro, porque si alguien te censura desde fuera, tú te las agencias para esquivarla, tienes una manera de esquivar a esa persona que de una manera te coarta tu manera de contar las cosas para engañarle y seguir adelante. Pero si eres tú mismo, tú no trabajas contra ti mismo, tú sabes tus propias estrategias. Entonces la autocensura es infinitamente más cruel, más salvaje y más estéril. Creo que lo peor que está ocurriendo es este mundo, de la corrección política que nos está comiendo las tripas a todos, ya no se puede hacer nada porque todo es incorrecto, todo genera un problema, todo de alguna manera hiere los sentimientos de algún sector de la población. Si dices A, todos los que son B te odian, si dices B te odian los A, los C te llaman por teléfono y te dicen porque no hablas de mí, aunque sea mal. Hay un sector del resto de las letras que está diciendo por favor que hablen de la H, que pasa con nosotros.

Cuando vi tu película, siguiendo la línea, inconscientemente me recordó a Billy Wilder, “El gran carnaval”, a “Network” de Sidney Lumet, ¿tuviste estos filmes presentes a la hora de rodar?
Totalmente, absolutamente los tuve consiente pero desde otra perspectiva que resulta interesante. En “El gran carnaval”, el culpable de la historia es el periodista, es alguien de fuera que encuentra a una víctima pura, inocente, sincera que es el trabajador, es un discurso mucho más antiguo. Es un discurso social de los años treinta, o sea los medios de comunicación salvajes atacan a un pobre hombre trabajador y honesto que sufre un accidente y lo convierten en un espectáculo mediático. Fantástico, obra maestra. El problema es que ahora eso no funciona así, ahora es la víctima la culpable de su propia desgracia, es la víctima la que genera el discurso mediático, es ella quien se vende a sí misma para sacar dinero. Es como la niña que se queda atrapada en el pozo y de pronto mira y pide: una cámara, que voy a hablar. Eso es terrible, acojonante, de pronto tiene fuerza la historia. Ya no hay víctima, la víctima es su propio verdugo, eso es lo que nos ocurre ahora a todos. Todos queremos, de alguna manera, vender una parte de nuestro cuerpo para seguir viviendo. La situación actual es infinitamente más grotesca; y los periodistas lo único que hacen es reflejar lo que ocurre y jugar el mismo juego, son buitres en un matadero, pero son las vacas las que se matan a sí mismo para que vengan los buitres. Tienen tanta hambre que quieren comerse a sí mismas.

Finalmente, ¿Cómo te sientes de ser partícipe de la primera edición del Panamá Film Festival?
Leyendo esta noche las películas que están envueltas en el festival, que están programadas, me siento muy orgulloso de estar aquí, que hagan una retrospectiva de mis películas. Es una oportunidad increíble de dar a conocer mis películas aquí en Panamá aunque al parecer la gente ya las conoce. Es un honor para mí.