El punto alto de la edición 2019 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata fue el foco dedicado al director de cine John M. Stahl. Esta valiosa retrospectica consta de ocho películas en copias de 35 mm, clásicos del melodrama estadounidense, estuvo curadas por el crítico Boris Nelepo y se realiza convenientemente en el teatro Colón al que disciplinadamente acudimos díariamente, por nuestra dosís de celuloide en pantalla grande. Tal cual se realizaba décadas atrás,y por cierto resultaba pertinente para apreciar estos títulos.
John M. Stahl dirigió 42 películas entre la década de 1910 y 1949 y se caracterizó por ser uno de los primeros directores de Hollywood en hacer películas con personajes femeninos fuertes e independientes. Realizadores como Todd Haynes y R. W. Fassbinder revisitaron sus películas y reactualizaron la tradición melodramática de Douglas Sirk, pero no hay que olvidar el propio Sirk se había nutrido de los melodramas de Stahl al momento de crear algunas de sus películas más emblemáticas. Mucho se ha comparados a Douglas Sirk con Stahl, pero este no ha tenido la fortuna de ser tan conocido como el cineasta alemán.
Podríamos dividir el foco en dos etapas. Siendo la primera, la de los años 30, donde ubicarmos Seed (1931), una película imposible de conseguir en el circuito de la piratería. Jamás habíamos podido y de la que sólo existen algunas copias. Asi que está era una cita ineludible. Esta película cuenta con la participación de una jovencísima Bette Davis. Seed es una película austera y cruda en su forma de mostrar el drama, con varios de los elementos de las películas “pre código Hays” (sin censuras) Stahl muestra sin manipulaciones cómo las mujeres siempre pierden. Back Street (1932), con otra gran actuación de Irene Dunne, quien retrata de una relación adúltera a lo largo de toda una vida. Una película de inmensa resonancia emocional, y con la libertad que daban aquellos años previos al código de censura Hays, o incluso a los actuales, donde el corset de los politicamente correcto lo invade casi todo.
Imitación de la vida (1934), melodrama fundacional que Douglas Sirk reelaboraría con delirante suntuosidad 25 años más tarde. En contraste, la versión de Stahl resulta casi lacónica al momento de contarnos la historia de dos mujeres, Beatrice y Delilah, la señora de la casa y su sirvienta negra (Claudette Colbert y Louise Beavers respectivamente). Amigas, socias y compañeras de tristezas a pesar de la barrera racial que las separa; construyen un próspero negocio pastelero mientras crían a sus propias hijas. Esta cinta fue una de las primeras que echó luces sobre la discriminación hacia los ciudadanos afroamericanos, y algo mucho más loable, registrar la amistad y sororidad entre dos mujeres desde una perspectiva justa y emotiva , sin edulcorar absolutamente nada.
En Letter of Introduction (1938), una aspirante a actriz y su padre acuerdan el no revelar su identidad mientras ella busca el éxito por sí misma. La pareja protagonsista la integran la poco prolífica y conocida actriz Andrea Leeds (Kay) y el mucho más célebre Adolphe Menjou (John Mannering), quien pese a su nombre galo era oriundo de Pittsburgh. La “carta de introducción” alude a la que la aspirante teatral le envía al famoso Mannering. Habrá un secreto compartido entre ambos que generará equívocos entre varios personajes como la novia Lydia (una bella Ann Sheridan, aún poco conocida) o el actor y ventrílocuo Edgar Bergen y su “muñeco” Charlie McCarthy, cuya creación le permitió obtener un premio especial de la Academia.
When Tomorrow Comes (1939), acusa la influencia de Leo McCarey. Se trata de una comedia romántica, donde Irene Dunne interpreta a una guapa y elocuente moza sindicalizada, dispuesta a liderar una huelga, pero también a enamorarse sin esperanza de Philippe (Charles Boyer), virtuoso pianista casado con una mujer trastornada luego de la muerte de su único hijo.
La década de los cuarenta, nos ofrece tres títulos de John M. Stahl. Our Wife (1941), donde Stahl parece deconstruir de antemano las convenciones de las “comedias de rematrimonio”. Luego tenemos a una de las películas más demandadas del ciclo, Que el cielo la juzgue (1945) es la metamorfosis de una historia romántica a un negro policial, fotografiado en deslumbrante Technicolor. Por ello, Martin Scorsese, la calificó con una brillante paradoja: «un film noir en color». (FOTO)
Todo se cierra con The Foxes of Harrow (Débil es la carne, 1947), el intento de la 20th Century Fox de replicar el suceso y la épica de «Lo que el viento se llevó», con ingredientes elementos de rituales vudú, gótico sureño y las presencias estelares de Rex Harrison y Maureen O´Hara. Obvio que no logró el objetivo de los estudios pero quedó para el disfrute de varias generaciones. John M. Stahl fue más allá que imitar la vida de su tiempo. La registró tal cual, a partir de las emociones y alejado de todo prejuicio. Por ello, el sobrenombre de «maestro del melodrama» le queda corto ante la creatividad fulgurante que evidenció en muchos de sus trabajos. Y este rescate del Mar de Plata, es un descubrimiento para cientos de cinéfilos. Uno que tardó, pero que hizo justicia. Gracias MDQ.