“O Grande Circo Místico” abre oficialmente el 46° Festival de Gramado

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El veterano director Carlos Diegues, inauguró esta noche, la cuadragésima sexta edición del Festival Internacional de Gramado con su Gran circo místico, en lo que viene a ser su estreno en Brasil. Estuvo acompañado de un cúmulo de estrellas de gran y pequeña pantalla brasilera como Bruna Linzmeyer, Jesuita Barbosa, Juliano Cazarré, Mariana Ximenes, por solo mencionar a algunos. El que se dejó extrañar fue el actor francés Vincent Cassel, quien trabaja nuevamente en otra producción de este país, tras La película de mi vida, de Selton Mello.

Cacá Diegues, como también se le conoce, fue miembro de lo que conocemos como el movimiento cinema novo, y ni bien llegó a la ciudad declaró: «estoy muy feliz, porque respeto mucho Gramado. He venido aquí por muchos años. Y es honor para mi poder hacer la primera exhibición pública de la película en Brasil, en territorio gaúcho».

Después, sobre el escenario del majestuoso Palacio de los Festivales, la presentó ante un publico local que lo quiere y reconoce en él a un maestro y pionero de la realización cinematográfica. «No sé lo que el público va a encontrar, pero espero que les guste, pues fue hecho con mucho amor y mucha dificultad», expresó visiblemente emocionado.

O grande circo místico cuenta la historia de cinco generaciones de una misma familia circense, escenario de muchos dramas y tragedias. El estreno comercial en el país está anunciado para el 15 de noviembre.

Ahora, si la película estuviera en competencia sería objeto de las más duras burlas y críticas porque definitivamente no se justificaría su inclusión. Pero al elegir una producción como película inaugural, se deben tener criterios. En ese sentido, considero que abrir con una película de Cacá Diegues, con todo lo que él significa para este país y el detalle -no menor- que su world premiere se haya dado en el Festival de Cannes, fue de lo más atinado. La película conectó de inmediato con los espectadores, la propuesta telenovelesca -involuntaria creo- caló en el gusto de un público que hay que reconocer es asiduo a la «inauguración» de un festival, es decir a las alfombras rojas; que a uno que es «fiel» a las fechas competitivas.

Pasando a un terreno más critico, Gran circo místico pertenece a un tipo de cine brasilero que ya creía extinto. Realismo mágico en tono decadente, que hace agua por todos lados. Hay intención de rendir tributo a Fellini o a Subiela, pero no lo logra sostener, ni darle consistencia a un mundo de fantasía. Más bien se dedica a prodigarle todas las tragedias inimaginables. Por ejemplo, abusos sexuales,  drogas, violencia intrafamiliar, son algunos de los obstaculos de una estirpe familiar que transita ante nuestros ojos a trompicones. De generación en generación, pero sin alma, sin el sentido real de la épica. Lástima, Diegues quizo hacer una obra grande -como para cerrar su carrera a los 78 años- pero fracasó rotundamente en aquel elemento que nunca debió adicionar: lo «místico».