LATINOAMÉRICA EN VITRINA

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33° Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba – 8 al 17 de Diciembre, 2011

Llegar a este festival, es casi como formar parte de una fiesta, una para la que el pueblo habanero se prepara con la debida anticipación. Sabía ya de antemano que las enormes colas y la algarabía previa a cada función serían la constante durante todos los días. Pero si hay algo que nunca dejará de sorprenderme del ciudadano cubano es la devoción con la que acude mayoritariamente a ver películas latinoamericanas, pues para ellos el cine es el termómetro que les indica cómo están las cosas en cada uno de nuestros países; y, lo más importante, reconocerse en cada uno de los múltiples rostros de nuestro continente. Porque de eso trata básicamente este Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, y esta trigésimo tercera edición no se aleja del espíritu celebratorio de la diversidad cultural que se proclamó allá en 1979.
Pero seamos sinceros: si bien el pueblo sigue respondiendo con la asistencia masiva, el festival ya no tiene el carácter global de ediciones anteriores, cuando era posible No nos referimos al siglo pasado sino a unos pocos años atrás, en los que era posible encontrar muestras de cine asiático o sorpresas provenientes del cine independiente norteamericano. Las actuales medidas económicas, los recortes presupuestales, se han visto reflejados en la ausencia de muestras paralelas que realmente importen, como la que casi todo festival tiene bajo el nombre de “Panorama Internacional” que en esta ocasión no tuvo los grandes títulos que se presagiaba, e incluso hubo algunas cancelaciones. A pesar de estos leves inconvenientes, el de La Habana se ha constituido en toda una experiencia gratificante y obligatoria para todo aquel que está verdaderamente interesado en el cine de Latinoamérica.
El festival habanero se ha caracterizado, a lo largo de sus más de tres décadas, por exhibir, si no es casi toda la producción en nuestro idioma, como era antes, por lo menos un abanico de las distintas manifestaciones cinematográficas en Latinoamérica. Hay espacio para un cine abiertamente experimental (Verano, Bonsái, Los Últimos Cristeros), un cine de un declarado matiz social (El Año del Tigre, Todos tus Muertos), trabajos que abordan diversos géneros (El Gato desaparece, Miss Bala) y hasta para películas provenientes de un aparato industrial, como únicamente es el caso de Argentina (Un cuento chino) y Brasil (Tropa de Elite 2).
Entre los 21 títulos que formaron parte de la competencia principal, la de ficción, no hubo ninguna joya pero sí algunas cintas logradas, de esas que justifican todo un festival y uno que otro hecho resaltante que comentaremos a continuación.

I. LOS DEBUTANTES ARGENTINOS
Salvo la correcta Un cuento chino que es el segundo trabajo de Sebastián Borensztein, la presencia de Argentina en la competencia principal fue para el olvido. Dos muestras: Carlos Sorín llegó con El Gato Desaparece, vacuo y desesperante intento por copiar el estilo de Brian De Palma o lo que es peor, homenajear al gran Hitchcock; y La Vida Nueva de Santiago Palavecino, tediosa reflexión sobre la moral, la fidelidad, el perdón… en la que es posible hallar a una desperdiciada Martina Gusman. Todo lo contrario a la presencia gaucha en la competencia Opera Prima, en la que de lejos sobresalieron tres títulos: Las Acacias de Pablo Giorgello (vista en Festival de Lima); El Estudiante de Santiago Mitre, estupendo thriller sobre los juegos de poder al interior de una universidad bonaerense. Este filme narra la historia de Roque Espinosa, un joven de provincia que arriba a la gran ciudad para estudiar pero, repentinamente, se ve tentado a ingresar a la dirigencia estudiantil; así inicia su ascenso político que es, al mismo tiempo, un descenso, la pérdida de sus propios valores morales, algunos de los cuales se resisten a ser desplazados o transformados. Si apreciamos a esta cinta por lo que es, una cinta de género y no un estricto documento fílmico de la realidad política universitaria, podremos disfrutarla en su real dimensión. Finalmente está la reciente ganadora del festival de Locarno y Mar del Plata, Abrir puertas y ventanas, de Milagros Mumenthaler, delicado retrato de tres hermanas al interior de una casona. Aparentemente no sucede nada, todo lo que tenemos son actos cotidianos, hechos difusos, largos y profundos silencios que nos remiten al mejor cine de Lucrecia Martel o Lisandro Alonso; sean cuales fueren las influencias de Mumenthaler se trata de una cinta rigurosa que explora, como pocas, el universo femenino, en un contexto de incertidumbres, duelo y ausencias.

II. MEXICO ÍNTIMO Y MIL VECES VIOLENTO
La violencia urbana que es, desgraciadamente, uno de los aspectos más resaltantes de la sociedad mexicana, llegó, en esta ocasión al menos, en cuatro cintas que tuvimos oportunidad de ver. El Infierno de Luis Estrada, es la cinta con la que cierra su trilogía dedicada a la realidad mexicana. Es también el sueño americano convertido en pesadilla mexicana en plenas celebraciones por el Bicentenario de la Independencia. Partiendo de la premisa que no hay nada que celebrar, Estrada centra sus dardos sobre la vida cotidiana en el México limítrofe, polvorienta y sangrienta, una realidad angustiante que solo podemos asimilar gracias al recurso de la comedia negra, que ha convertido a este director en su máximo exponente en Latinoamérica. Y nos recuerda, otra vez, lo certero y crítico que puede llegar a ser el muchas veces denostado género de la comedia.
En ese sentido, el de retratar una realidad, encontramos el más reciente trabajo de Gerardo Naranjo, Miss Bala. La historia de una joven mujer que, mientras desea ingresar al concurso Miss Baja California, se ve inmersa en un mundo criminal del cual no podrá escaparse, y que no solo domina el negocio de las drogas, sino también otros menos aparentes, como los certámenes de belleza. Naranjo demuestra lo buen narrador que es, imponiéndole a su trabajo un grado de tensión que nos hace recordar, por momentos, a Michael Mann. Esta travesía por el sufrimiento de nuestra protagonista, abre los ojos y remueve las conciencias de los espectadores, y también es cierto que resulta incómoda para muchos de ellos. En las mismas coordenadas sociales se encuentra Asalto al Cine, de Iria Gómez Cocheiro: cuatro jóvenes sin futuro ni alternativa dentro del sistema, deciden robar un concurrido multicine. La clásica estructura de las películas de asalto sirve para dar cuenta de una realidad, que es la de miles de jóvenes que no tiene metas ni espacio donde desenvolverse, entonces la única vía de escape es la criminalidad. Gómez Cocheiro recrea, asombrosamente, la amistad de estos jóvenes de la periferia, al mismo tiempo que nos entrega una sentida denuncia en la que no hay lugar para un final complaciente.
Días de Gracia de Everardo Gout posee, por el contrario, ese placer morboso por la violencia, transformándose otra postal de exportación, al estilo de Ciudad de Dios de Fernando Meirelles. Gout no esconde por solo un plano su gusto por la fotografía preciosista, publicitaria que no nos dice nada, que no trasmite nada sino molestia por ver cómo un tema tan delicado como la criminalidad en el DF pudo ser trivializado a tal grado. Bueno, gran parte de la culpa la tiene un guión facilista y maniqueo que, convenientemente quiere enlazar la ola de secuestros de la capital mexicana con los últimos tres mundiales de fútbol. Vaya despropósito.

III. LA SORPRESIVA REPÚBLICA DOMINICANA
Con una provechosa nueva Ley de Incentivo a la Industria Cinematográfica, República Dominicana se apresta a ingresar con fuerza al mercado cinematográfico latinoamericano, y en esta edición del festival presentó una nutrida muestra de la cual tuvimos oportunidad de ver tres filmes, si bien en apariencias dispares, son logrados en la consecución de sus objetivos. Jean Gentil de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas era la carta de presentación de esta nueva etapa del cine dominicano, el año pasado fue exhibido en el festival, con relativo suceso, y en agosto la tuvimos en Lima, donde se alzó con el Premio del Jurado de la Crítica Internacional. En ese mismo sendero encontramos a la precandidata al premio Oscar 2011 La Hija Natural de Leticia Tonos y Hermafrodita de Albert Xavier, dramas rurales que abordan temas polémicos como la filiación y la defensa de una de las tantas variantes genéricas del universo sexual. Al otro lado, están las producciones netamente comerciales, que en este caso funcionó muy bien pues supo llenar salas por 19 semanas consecutivas, incluso derribando del primer lugar al poderoso Avatar. Ese fenómeno es Lottomande Archie López, entretenida cinta popular, que es el retrato costumbrista en clave de comedia de la idiosincrasia de los pobladores de la isla. Sin ánimo de trascender más allá de divertirnos en sus 98 minutos, en esta película se exuda frescura y simpatía, aspectos que pocas veces apreciamos en el género de la comedia de esta parte del continente.

IV. BARRIO CUBA
Lo poco que vemos del cine cubano, en nuestro país, es a través del Festival de Lima y, a decir de algunos de nuestros colegas de la isla, no es, frecuentemente lo mejor de la producción de su país. Por ejemplo, el año pasado pudimos ver Boleto al paraíso del veterano Gerardo Chijona, y se dejó de lado la interesante Casa Vieja de Lester Hamlet. Esta visita era, pues, la ocasión propicia para reencontrarnos con un cine que todavía sigue una línea comprometida, social y que nos tenía reservadas algunas sorpresas. En la competencia oficial de ficción se presentaron cuatro trabajos, siendo sin duda el más esperado y el mejor, Juan de los Muertos. Sí, del mismo Alejandro Brugués que hace años nos trajo hace algunos años la irregular Personal Belongings. Se trata de la primera cinta de zombies de la cinematografía cubana, irreverente, arriesgada y desmitificadora, se inscribe perfectamente en el universo del gran George A. Romero, pues tiene una fuerte dosis de crítica social al régimen castrista. Cincuenta y dos años después del inicio de la revolución, todavía hay lugar para una reflexión sincera sobre la resistencia y espíritu del ciudadano cubano de hoy; por ello, es entendible que provocara euforia entre los espectadores habaneros que abarrotaron las pocas salas donde se exhibió, obligando a los organizadores a programar funciones extras e inmediatas, pues el público que no había podido ingresar las tenía prácticamente sitiadas. Las otras tres cintas fueron: Marina de Enrique Álvarez, Chamaco de Juan Carlos Cremata y Fábula de Lester Hamlet. De éstas, la que más me agradó fue Fábula, pues supo entrelazar la típica historia de amor con las adversidades económicas que se viven en La Habana. Si no fuera por ciertas secuencias homoeróticas, que al parecer están incluidas para crear polémica, estaríamos hablando de una cinta lograda. Pese a esto, Cuba sí tiene nueva voces, nuevos directores –al menos para nosotros- como Lester Hamlet, Rebeca Chávez (Ciudad en Rojo), Jorge Molina (Molina´s Feroz) o Ian Padrón y su reveladora opera prima Habanastation, que primero es una eficaz aventura infantil, y segundo, una de las primeras miradas a una ciudad en crisis, donde las desigualdades de clase son cada vez más notorias.

V. REMEMBRANZAS FINALES
La chilena Bonsái, se alzó con justicia con el premio de la crítica internacional (Fipresci) pues reflejó con originalidad -y mucha cinefilia- la vida sentimental de un personaje en dos etapas de su vida: juventud y adultez. Cristián Jiménez supo tejer un sentido relato en la que la nostalgia por el tiempo perdido está presente y es contrapuesto al tedio de la adultez y todas sus complicaciones.
Siete días en La Habana era otra de las cintas esperadas del festival. Siete directores extranjeros darían su particular punto de vista sobre esta ecléctica ciudad, al estilo de New York, I love you o París te amo y como ellas es irregular. Las mejores: Jam Session (de Pablo Trapero con un estupendo Emir Kusturica) y Miércoles, del palestino Elia Suleiman. Según los productores, lo que se nos mostró no era todavía la versión final, pero con lo visto basta para afirmar que Julio Medem y Gaspar Noé han realizado sus más penosos trabajos hasta el momento. Una lástima, por el director de la ya lejana Vacas.
La charla magistral, con el guionista Frank Pierson, fue unos de esos momentos memorables del certamen. A sus 86 años, llegó, por primera vez a Cuba, y reconoció que la avidez de ganancias en su país influye sobremanera en las escritura de películas y con frecuencia «asfixia» la creatividad. También deleitó a los asistentes cuando relató cuáles fueron las exigencias que puso Paul Newman para rodar La leyenda del indomable, la estupenda relación laboral y amical que tuvo con el desaparecido Sidney Lumet o cómo fueron los intrincados inicios de la elaboración del guión de Tarde de Perros.
Un día antes de la clausura se proyectó la copia restaurada de Metrópolis, clásico del alemán Fritz Lang, en un cine Chaplin que lució totalmente abarrotado. 147 minutos musicalizados en vivo con la soberbia partitura original de Gottfried Huppertz por los reconocidos pianistas cubanos Leonardo Gell y Darío Martín, fueron -a mi entender- el suceso final de una decorosa edición del clásico festival del Caribe.

PALMARÉS

PREMIOS OFICIALES

FICCIÓN

LARGOMETRAJES
Primer Premio Coral: «El infierno» de Luis Estrada (México)
Segundo Premio Coral: «El abismo plateado» de Karim Ainouz (Brasil)
Tercer Premio Coral: «Fábula» de Lester Hamlet (Cuba)
Mención del Jurado: «Un cuento chino», de Sebastián Borensztein (Argentina, España)
Premio Especial del Jurado: «Tropa de Elite 2» de José Padilha (Brasil)
Premio Coral de Dirección: José Padilha, por «Tropa de Elite 2» (Brasil)
Premio Coral de Guión: Marité Ugás y Mariana Rondón, por «El chico que miente» (Venezuela, Perú)
Premio Coral de Actuación Masculina: Rodrigo Santoro, por «Heleno» (Brasil)
Premio Coral de Actuación Femenina: Alessandra Negrini, por «El abismo plateado» (Brasil)

OPERAS PRIMAS

Primer Premio Coral: «Distancia» de Sergio Ramírez (Guatemala)
Premio especial del Jurado: «Remolino» de Clarissa Campolina y Helvécio Marins Jr. (Brasil)
Segundo Premio Coral: «Abrir puertas y ventanas» de Milagros Mumenthaler (Argentina)
Tercer Premio Coral: «Trabajar cansa» de Juliana Rojas y Marco Dutra (Brasil)
Premio Coral a la Mejor Contribución Artística: «Sudoeste» de Eduardo Nunes (Brasil)
Mención: «El premio» de Paula Markovitch (México)

DOCUMENTALES

Primer Premio Coral: «Agnus Dei, Cordero de Dios» de Alejandra Sánchez Orozco (México)
Segundo Premio Coral: «Las carpetas» de Maite Rivera Carbonell (Puerto Rico, España)
Tercer Premio Coral: «Los últimos cangaceiros» de Wolney Oliveira (Brasil)
Premio Especial: «Diario de una búsqueda» de Flavia Castro (Brasil, Francia)
Mención: «El casamiento» de Aldo Garay (Uruguay)

PREMIO SIGNIS
«Los últimos cristeros» de Matías Meyer (México)

Premio FIPRESCI
«Bonsái» de Cristián Jiménez (Chile)

GUIÓN INÉDITO
Coral de Guión inédito: «NN» de Héctor Adrián Gálvez Campos (Perú)
Mención Especial: «El buen demonio», de Alejandro Hernández Díaz y Daniel Díaz Torres (Cuba)