Recuerdan a García Márquez y Alfredo Alcón en UNASUR CINE 2014

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Esta edición 2014 del Festival UNASURCINE rinde honores a dos grandes personalidades recientemente fallecidas y para ser más exactos en el pasado mes de abril: una argentina y otra mundial, aunque su certificado de nacimiento diga que vio la luz en el pueblo de Aracataca, Colombia. El homenajeado local es el talentoso actor Alfredo Alcón, que entre sus múltiples roles tiene uno muy especial, el protagónico de Nazareno Cruz y el lobo, la cinta más taquillera del cine argentino y una de las cumbres del maestro Leonardo Favio, y el internacional Gabriel García Márquez, tantas veces llevado al cine, con casi siempre poca suerte.

Nazareno Cruz y el lobo» ostenta el récord de tres millones y medio de espectadores, obtenido en el lejano 1975, y curiosamente en el mismo complejo de cine se proyecta «Relatos salvajes», su retadora de turno, que este fin de semana ha sobrepasado los dos millones. Además de aquel título clave, Alcón fue rostro habitual de otro gran director, Leopoldo Torres Nilsson y, sus papeles más representativos bajo su lente fueron: «El santo de la espada» (1970), Un guapo del 900 (1960), Martín Fierro (1968), La maffia (1972), Los siete locos (1973), y la magnífica Boquitas pintadas (1974).

Precisamente tuve oportunidad de ver por primera vez, esta cinta en el marco del Festival de cine de Pantalla Pinamar en marzo pasado, por los cuarenta años de su estreno, y rememoro esto pues justamente en aquella presentación se hacía mención que el actor se encontraba en estado de salud delicado desde hace algunos meses. A las pocas semanas, exactamente el 11 de abril se produciría su lamentable deceso.

Alfredo Alcón siempre pareció menor de la edad que tenía, ello le permitió apropiarse de roles de gran interés y convocatoria por varias décadas; asimismo poseía el talento de poder hablar con soltura tanto el acento porteño, como el clásico dejo español. Su versatilidad y profesionalismo lo convirtieron en uno de los actores más emblemáticos de la cinematografía argentina. Además fue una presencia muy querida en la pequeña pantalla y el teatro. Y como no podía ser de otra manera, el Festival Internacional de Cine UNASUR le dedica un breve ciclo con tres de sus películas: El pibe cabeza (Leopoldo Torres Nilsson- 1975), El santo de la espada (Leopoldo Torres Nilsson- 1970) y Pubis angelical (Raúl de la Torre- 1982).

El segundo tributo es al escritor colombiano Gabriel García Márquez. Es por todos conocido la estrecha relación que mantuvo con el cine, llegando a escribir guiones y críticas de cine, actuar e incluso fundar la mítica escuela cubana de San Antonio de los Baños. Esta relación con el cine se podría decir que fue un amor no correspondido, pues por más que se quiera nombrar, jamás se podrá hallar una película que siquiera iguale la calidad de su referente literario. La obra de Gabo interesó y sigue captando la atención de muchos cineastas, y solo hay una que se reservó, que conservó en condición de «infilmable» y esa es «Cien años de soledad», pues según declaró: «Macondo sólo figurara en el papel y en la imaginación de cada lector».

Debemos mencionar también el descontento que le supuso cada incursión que emprendió en el séptimo arte, ello influyó para que desistiera de su temprano deseo de ser director de cine  y quizá fuera determinante para vender los derechos de adaptación de gran parte de su obra, y aquí en el evento sanjuanino de UNASUR 2014 se podrá ver dos de aquellos títulos: El coronel no tiene quien le escriba (Arturo Ripstein- 1999), una de las más felices adaptaciones de la cual -con mucha justicia- se sentía muy satisfecho el autor. La otra que será exhibida es Del amor y otros demonios (Hilda Hidalgo- 2009), y la elección de este título es ya de por sí todo un despropósito, pues se trata de una de las adaptaciones más decepcionantes que se hayan realizado de su larga producción literaria.

A lo mejor, tenga algo de positivo esta decisión, pues con ambas películas se podrá comprender -en su real dimensión- cuan esquivo le fue el cine al querido Gabo, y que en definitiva su literatura y el cine son dos artes que ciertamente transitan senderos muy distintos.