El amor llama dos veces

2373
Compartir

Cine clásico sobre la crisis actual que no admite mirada desde el espectador promedio actual, o una historia común sobre un ciudadano también común del país autodefinido como el más poderoso del planeta. Cualquiera de estas dos premisas es perfectamente aceptable cuando nos referimos a una cinta que nos habla de tópicos actuales, pero a partir de una relectura de conceptos o figuras anacrónicas.

Si bien a primera vista podamos situarla en las coordenadas del subvalorado, y muchas veces maltratado subgénero de la comedia romántica, este segundo trabajo como director de Tom Hanks es mucho más que la película palomitera que logró reunir a dos de las más grandes estrellas del cine de Hollywood. El amor llama dos veces, fallido título comercial con el que se estrenó Larry Crowne, es un intento por narrar una historia frecuente en el seno de la sociedad estadounidense que está viviendo desde hace un tiempo el derrumbamiento de eso que jactanciosamente ellos mismos popularizaron: “el sueño americano”. En ese sentido, Hanks junto con la guionista Nia Vardalos, se toman la licencia de “fundar” una sociedad utópica entre los escombros que la crisis económica mundial ha dejado en su propio país.

Tom Hanks encarna a Larry Crowne, -quien en las primeras secuencias es despedido por no contar con estudios universitarios que posibiliten un crecimiento dentro de la empresa o más escuetamente- es elegido como “el empleado del mes” a despedir. Vive en una casa de los típicos suburbios y su vecino del frente tiene por ocupación realizar una perenne venta de garaje, y nunca se despega del recuerdo del instante de gloria que significó el ganar medio millón de dólares en la ruleta y la posterior molestia cuando el Estado se quedo con el 50% de su premio. Crowne, divorciado y con una casa hipotecada, sale, tras varios años, a buscar empleo. Luego de varias negativas, decide que lo mejor es ponerse a estudiar. Así llega a la Universidad, y le recomiendan que tome estos tres cursos con los que podrá conseguir cualquier trabajo: Oratoria, Composición y Economía I. De ellos, el protagonista toma el primero y el último. Y con ello, es suficiente; tanto para administrar mejor sus recursos, como para cambiar su existencia.

Curiosamente, quien le toque como profesora de Oratoria es otra criatura rezagada por el sistema. Mercy (Julia Roberts) está destinada a dictar cursos a primera hora de la mañana, en una materia que no le apasiona, solo por tener un grado superior de instrucción. Su vida personal se encuentra en ruinas, su esposo es un escritor de blogs que pasa el día viendo pornografía en internet; y su único placer diario es beber su licuado de licor. Es en ese camino a volverse una alcohólica que conoce a Larry Crowne, maestra y estudiante, como es obvio se enamoran pero esto no es lo que más nos importa.

La mirada del director Hanks está marcada por el optimismo, que no debe confundirse con inocencia, en su acepción tonta o bobalicona. Sus personajes no son seres inocentes que transiten la vida sin norte o que se dejen avasallar por las circunstancias; en cambio ellos las afrontan y la retan. La persistencia del individuo, a pesar del sistema que impera y del gobierno que los ignora. Para demostrarlo está esa pandilla motorizada que tiene como máxima la búsqueda de la justicia y la belleza. Easy riders urbanos que no buscan escapar de la realidad sino convivir en ella. Son ellos precisamente los que “bautizarán” al nuevo Larry Crowne que para ellos a partir de entonces tendrá por nombre: Lance Corona. Esa humanidad que no puede hallar a su alrededor, la encuentra en esta troupe de ángeles de la guarda motorizados, que le hacen ver la vida de otro modo.

Tengamos claro que la propuesta de Hanks es intencionalmente artificiosa, lo suyo es un mundo ideal en el cual el capitalismo, el consumismo y la honestidad están en perfecta armonía, es un lugar donde no hay espacio para la maldad, no hay villanos, ni drogas y la pornografía en la pantalla del monitor usa siempre lencería. El candor que se respira en esta película resulta en estos tiempos irrespirable, o mejor dicho imperceptible, de ahí que me sea entendible porque esta cinta ha sido tan mal recibida en muchos lugares. La gran parte del cine que consumimos, en el significado más estricto de la palabra, está regido por un alarmante formulismo que reduce dramáticamente nuestra capacidad de sentir las películas, de asomarnos debajo del ruido de las palabras (y de los efectos), de permitirnos reflexionar sobre nuestro mundo a partir de un fábula plagada de seres inocentes, y ahora sí uso esta palabra pues me refiero a personas de bien. Así como Larry encontró a Mercy (compasión), siempre es posible recomenzar, que la pesadilla americana que desde un tiempo muchos postulan es solo un concepto más, cargado de mucho pesimismo.

Quiero creer que este tipo de cine todavía es posible. Y que Tom Hanks puede realizar grandes películas como la que nos ocupa, y finalmente confesar, lo cautivante que está Julia Roberts y su inagotable sonrisa.

LARRY CROWNE (Estados Unidos, 2011)

Dirección: Tom Hanks

Guión: Tom Hanks, Nia Vardalos

Protagonistas: Tom Hanks, Julia Roberts, Cedric the Entertainer, Gugu Mbatha-Raw

Duración: 99 minutos