La primera edición del Festival Internacional de Cine Ventana Andina no pudo tener mejor inicio que con una charla a cargo del director uruguayo radicado en Buenos Aires, Israel Adrián Caetano. El evento programado para las 14 horas del lunes concitó mucha expectativa entre la prensa local, y eso se corroboró con la presencia de muchos jóvenes entre los asistentes. El título de su ponencia, «El realismo en el denominado nuevo cine argentino» resultó muy atinado, pues Caetano es para muchos el padre de ese movimiento renovador que se denominó Nuevo Cine Argentino allá a finales de la década de los 90.
Su opera prima Pizza, birra, faso codirigida con Bruno Stagnaro es uno los títulos claves de esa movida cinematográfica argentina. Otros títulos prestigiosos de su filmografía son: Bolivia (2001), Oso rojo (2002) y Crónica de una fuga (2006).
Caetano confesó que cuando fue invitado a realizar esta charla tuvo dos opciones, se ponía académico sobre «El realismo en el denominado nuevo cine argentino» o repasaba el anecdotario de sus películas, recurso que casi siempre funciona. Entonces se decidió a abordar el tema desde algo que ya viene sucediendo a los cineastas de su generación, quienes están viviendo un periodo de transición no solo en las temáticas de cine, sino que básicamente todo tiene que ver con la aparición del formato de video.
Ellos se criamos, educaron, formaron haciendo cine en fílmico, y el cambio no solo fue algo tan simple como cambiar de equipos, sino que había un método que funcionaba con ese aprendizaje, algo así como lo que decía Visconti: «que todas las películas son la traducción de un método de trabajo». Declaró que a él mismo le costó muchísimo adaptarse al video, su última película que hizo en fílmico fue en el 2006 (Crónica de una fuga), después tuvo dos experiencias en video que le costaron demasiado, principalmente se dio cuenta de algo que tenía que ver con algo muy simple: que antes las tomas en fílmico se podían romper, quebrar el negativo y en el video las tomas sencillamente desaparecen, se borran pueden desaparecer en un instante.
Se refirió también a esa duda que existía antes en la que se postulaba si el cine era el Séptimo Arte o un mero entretenimiento, se ha convertido en una brega gigantesca. La posibilidad de que cualquiera pueda filmar con el teléfono o con una cámara de fotos no reduce, ni significa la democratización del audiovisual, solo es que se ha masificado. Tampoco sabe si ahora el hacer cine es mucho más democrático que antes. Y esa brecha también se puede encontrar entre el cine comercial y el cine independiente, no es la misma que se podía encontrar en los noventas, en los mismos años del nuevo cine argentino.
Según Caetano, «eran tiempos en los que una película pequeña podía competir con de muchísimo más presupuesto. Si estuviéramos viviendo una democratización del audiovisual, todos tendrían el derecho de filmar, sino también que esa película tuviera el derecho a una distribución como la tiene el cine comercial». Es así que el cine independiente o pequeño, salvo excepciones, está condenado, o solo puede ser exhibido en festivales como este.
Reconoció que él y el grupo de directores de aquella época formaron parte de un recambio generacional que ha pasado antes y que sin duda es lo que está pasando en estos momentos con el digital. Si bien ellos habían renovado la imagen y la manera de hacer cine a mediados de la década de los noventas, seguían trabajo bajo el viejo método de los viejos cineastas. Nosotros solo cambiamos el enfoque en la que se contaban las historias hasta ese momento. No era preocupación de ese grupo el crear un nuevo cine de autor. Por eso, declaró, que muchos de aquellos cineastas del fílmico no sobrevivieron a la aparición del video. «Y es que se trata de una gran mentira esa supuesta democratización del cine, los presupuestos no son mucho más baratos hoy que antes, sino todo lo contrario es mucho más caro filmar hoy en Argentina que en los noventas en fílmico, primero porque hay una decisión de apoyar mucho más ahora la televisión, el cine ha pasado a ser más vapuleado. El considerar al cine un arte lo convierte en algo más elitista, esto se traduce en que es más difícil hoy que una película filmada en celular, cámara, lo que sea tenga la difusión que el cine que ellos hacían antes. Antes no era tan difícil conseguir salas, antes se hablaba con dueños de salas, ahora tienes que negociar con empresas o transnacionales, y después compites con internet que es el gran enemigo del cine independiente. Es decir, las películas que verán en este festival, después difícil que la vean en una sala comercial, entonces terminan almacenadas en el ciberespacio».
Después de ofrecer, estos y otros interesantes conceptos, Adrián Caetano reveló que el mismo está atravesando una crisis de adaptación a este nuevo formato, y por ende, a una novedosa manera de encarar la distribución. En cierto punto, le es más fácil realizar películas, pero luego no es mucho más fácil que antes distribuirlas. «Antes, con el método del pasado, nosotros planeábamos el génesis y el desarrollo de todo el camino de la película, no había una estrategia de ir a festivales para alcanzar notoriedad, algunos premios y concertar la ansiada venta. Nuestro método de hacer película era mucho más preciso, era mucho menos masivo y definitivamente mucho más democrático. Ahora, lástima, las cosas no son así».