18° FESTIVAL DE LIMA: Feriado

2696
Compartir

La sección Múltiples Miradas: Panorama del Cine Latinoamericano Contemporáneo es, en resumidas cuentas, el apartado donde figuran aquellas películas que por una u otra razón no lograron quedar seleccionadas, y como suele pasar a veces encontrarnos auténticas sorpresas, películas que deberían figurar en la competencia oficial. Eso es exactamente lo que pienso de Feriado, el debut cinematográfico de director ecuatoriano Diego Araujo que tuvo su estreno mundial en el pasado Festival de Berlín, en la sección Generación, que por méritos propios debió ser una finalista para optar al premio máximo de esta edición número 18 del Festival de Cine de Lima. A continuación, una crítica de la película que pude ver hace dos semanas en el marco del sexto Bolivia Lab.

1999. Ecuador vive uno de los peores desastres financieros de su historia reciente: la banca nacional era congelada, no se podía retirar dinero alguno de las cuentas. Todo el país estaba sumido en la incertidumbre de este obligado “feriado bancario”. En este clima de desanimo, encontramos a Juan Pablo, un adolescente que tiene que pasar el feriado de carnavales en la finca de su tío, que precisamente está envuelto en un escándalo de corrupción. Los adolescentes se mantienen al margen de la realidad de su nación, lo que ven por la televisión, no lo entienden.
Apenas el tío capta el peligro que se cierne sobre él, su patrimonio y por ende, su familia. Ellos viven en una idílica burbuja, viven los afanes del primer amor, las fiestas, los excesos de la pubertad y el consabido bullying hacia el primo tranquilo que viene de lejos, uno que se ha quedado varado en este rancho.

El cineasta Diego Araujo, en esta su opera prima, capta el sentir de un microcosmos privilegiado y perfila el retrato de un adolescente confuso, en los instantes previos al despertar de la primera ilusión. Juan Pablo, es sensible, tiene aspiraciones artísticas y una indómita curiosidad que lo hace ir más de los límites que le imponen las convenciones sociales. Es así que en un momento convulso, se aventura a dar el salto a un mundo que está a pocos kilómetros de distancia. Un viaje de autodescubrimiento que le permitirá conocer a Juano, un humilde mecánico, fanático del black metal, con quien entabla una improbable amistad que da paso a una atracción homosexual. Es en este punto, que destaco nítidamente la sobriedad con que Araujo aborda este “tema” que no recuerdo haya sido tratado previamente en el cine ecuatoriano. No tiene necesidad de cargar las tintas e apostar directamente por lo provocador, en cambio, todo aquí es difuso, como el pensamiento de Juanpi, que el mismo no se entiende.

Su mundo está de cabeza -como se aprecia en los créditos iniciales- y nadie parece estar en sintonía con él, y es hasta que encuentra a Juano, que encuentra esa estabilidad emocional que le da la valentía para reconocer, aceptar y exteriorizar sus sentimientos.

La fuerza liberadora de Feriado es también perfecto reflejo de los substanciales cambios que sucederían en el futuro cercano del país. Una nueva realidad social para Ecuador y para su cine, que finalmente esta derribando prejuicios, estereotipos y afirmando -como es el caso puntual de esta película- que la masculinidad, puede y tiene múltiples aristas.